El sueño de Venus

 

Tumbado en la chaise longue comienzo a transitar entre la vigilia y el sueño. Súbitamente ya no percibo lo real, y entro en el palacio de los sueños, pero sigo conectado al desvelo por un delgado audio exterior que me mantiene entre dos mundos ¿la Tierra y Venus? Balbuceo algunas incoherencias de deseo. Siento mi cuerpo entrando a un calor diferente. Vagamente identifico que soy yo, placentero e íntimo conmigo mismo.

Me veo desnudo

Me veo ante un espejo onírico que refleja un paisaje de ciénega y espesa floresta, como un gran pantanal. Una silueta humana parpadea lejana, invitando con provocación. Parece que está ingresando al mismo sueño que el mío ¿seré yo?. Me veo desnudo y comienzo a sentir mi cuerpo y el deseo de poseerme. El paisaje se acentúa, me envuelve como suyo. 

No he despertado aún

Sigo postrado en la chase longue, cuando abro mis ojos no he despertado aún, continuo poseído por mi mismo. Me estoy masturbando intensamente, froto mi pene entre mis manos, con su frote deseo llegar al placer mas elevado. Froto y sobo, llegan los primeros fluidos, la mano deviene en un cuerpo autónomo y erótico que se desplaza entre mis piernas, recorriendome. 

La mano

Sigo en ensoñación. La mano llega hasta mi pecho, parece ser guiada por el deseo y el placer. Sabe a dónde va, a dónde llegar, para hacerme sentir intensamente. Mi pecho palpita, siento mis tetillas erectas. Aventajada la mano las pellizca con precisión milimétrica, para estimular el orgasmo, que aún no llega, pero se siente que vendrá. Jadeo dandome mas de esa fuente inagotable de placer que es mi propio cuerpo.  

Placer trepidante

Hago perdurar el momento y postergo el final. Ya no veo, estoy ciego de placer. Estoy inmerso en lo que solo las diosas y dioses pueden proporcionar; placer sin límites. El cuerpo se prepara para la eyaculación. Alucinado veo a Venus rodeada de Eros. Las divinidades se hacen presente; el amor, el sexo y la belleza brotan como un manantial de pureza y fluidos corporales. El semen en placer trepidante se dispara, cae sobre mi piel, su temperatura me complace y percibo la fragancia inconfundible de este fluido de la creación.

Polvo de estrellas

Jadeante me despierto, a contraluz veo el ocaso penetrar por la ventana. Sobrecogido por la experiencia reposo. Pienso en lo estimulante y complejo del cuerpo como centro de la existencia humana. A la vez divago sobre lo que somos en el universo, como escuche una vez decir a Neil deGrasse Tyson, literalmente somos polvo de estrellas.

Finale 

Cae la noche. Venus en el firmamento se deja ver como un punto brillante muy lejano. Sin embargo, la percibo como protectora y satisfecha por lo que me da.

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Publicamos ardorasamente todos los viernes, después de mediodía, hora de Venezuela.

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Fotografías y texto: Franklin García y Edgar Carrasco