Erotismo, perversidad y crimen



Una cosa es un crimen pasional, un delito sexual y otra es el erotismo en el crimen. La literatura y el cine han manejado este último asunto con cierto ángulo, logrando juntar perversidad y erotismo, donde este último parece no ser el móvil del crimen, sino mas bien una circunstancia que lo aleja del hecho delictivo marginal y común, para mostrar una singularidad que lo hace exótico y hasta provocativo ¿Como puede ser que en un violento homicidio se perciba sensualidad y erotismo? ¿Puede ser el erotismo una fuerza del ser para conducir a un crimen? ¿O es qué el erotismo y la perversidad siempre van de la mano?


No tenemos una respuesta a estas cuestiones complejas del ser y sus intrincadas ramificaciones a lo emocional. Lo cierto es que la necesaria condena a los crimenes sexuales intencionales y que transgreden el consentimiento de las personas, ha generado colateralmente prejuicios y estigmas al erotismo y sus singularidades, las cuales no están catalogadas como delitos.



Erotismo, perversidad en el cine y la literatura.


Las películas Bajos instintos, El Perfume y su libro homónimo,  son un claro ejemplo de cómo la industria cinematográfica y la literatura, han abordado un tema tabú, transformándolo en éxitos de venta, dando protagonismo a personajes que gradualmente se involucran en un crimen a través de expresiones del erotismo y la perversidad. Bien sea que estas son producto de impulsos emocionales incontrolables o de manipulaciones producidas intelectualmente. El placer sensual parece originarse en el deseo perverso de vencer al oponente a través de un inteligente juego de sometimiento o un delirante anhelo producto de un pasado atormentado. 



Erotismo malévolo.


En Bajos instintos, Sharon Stone hace un papel muy sensual y acorde con las emociones del thriller. Alcanza su cenit cuando como sospechosa declara ante los policías de la investigación, perversamente los distrae y los confunde haciendo un magistral cruce de piernas, que deja ver que no usa ropa interior. Toda la escena es muy malévola. La sospechosa se muestra como una mujer fría y calculadora, quien con su mirada domina a los investigadores, que se quedan como unos pendejos llenos de contradicciones. Es tal la situación, que se atreve a seducir a uno de ellos, sobre quien además escribe un libro. La trama se complica cuando la indiciada se muestra abiertamente bisexual y con mucha claridad sobre el sexo sin sentimentalismos. Todo el rompecabezas del misterioso, sensual y perverso crimen se desvía a una relación de sexo convulso y apasionado, entre el policía y la protagonista. 




Erotismo, olor corporal.


En El Perfume, un atormentado e ignoto hombre desarrolla una capacidad olfativa que detecta los olores de manera sorprendente. Descubre su pasión por los perfumes y llega a su primera víctima atraído por la senda de su olor corporal. Esa misma noche la asesina y crea esa fragancia que se vuelve en su obsesión. Al final, bañado por su propia fragancia detiene su ejecución por los asesinatos cometidos y al perfumarse con la esencia extraída de su víctima provoca una masiva orgía, para luego ser devorado por una multitud que lo hace desaparecer. La portada del libro El Perfume fue un detalle de la pintura Júpiter y Antíope de Jean- Antoine Watteau. La axila desnuda de Antíope, según lo que he leído, simboliza la seducción por medio del olor corporal.



Este texto y sus fotografías parten de una iniciativa de los integrantes del Círculo de Arte Erótico Latinoamericano (CAEL), quienes se han propuesto lo que llaman un reto, para producir una imagen sobre la película Bajos instintos. De nuestra parte lo hemos ampliado a la literatura, dando un click a la novela El Perfume. Hemos utilizado lo que llamamos Photopro para nuestras imágenes, que no es otra cosa que proyecciones sobre el cuerpo desnudo. 




Texto: Edgar Carrasco

Fotografías: Franklin García




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