Cortex - Corteza

Cortex continúa la experimentación iniciada con el proyecto Rugosa, que explora los cuerpos que han transitado a través del tiempo. Ahora, dándole una mirada comparada con los árboles urbanos ya afincados en la tierra de nuestro entorno.

La piel y la corteza son envolturas y también sensaciones.  Son capas que recubren a los organismos vivos. Ambas actúan para proteger lo que envuelven. Sienten, se regeneran y mutan ante el tiempo y la acción humana.

 

Corteza y piel han de sentir desigual, puede ser suavidad o aspereza. También pueden herir o excitar.

 

El árbol sin corteza no vive, así como el ser humano sin piel no es humano, tampoco vive.

 

En la “Piel que habito” Pedro Almodovar describe a seres humanos que no son sólo interior, sino que también son lo que se ve; exterior, lo que se palpa, lo que se puede tocar e incluso modificar.

 

La corteza y la piel son sensibles y flexibles. En momentos, los árboles y su corteza parecen cuerpo y piel, es lo que llaman pareidolia. Nos vemos desnudos como árboles que no se visten, y si lo hicieran es para festividades.

 

Piel y corteza son imágenes para el tema central de esta entrega. Experimentando con la desnudez humana, sus arrugas y los aparentemente inertes y maltratados árboles urbanos, los cuales son la energía sistémica que revela las conexiones entre los seres vivos en el cosmos.