Eros vibrador

Ya me voy a poner las pilas para hacerte feliz

Un vibrador. Facebook: El Señor Oscuro

El vibrador o consolador, como se dice en nuestra lengua castellana, es un adminículo necesario para servirse de él en caso de necesidad. Es decir, que de consuelo cuando falta su gemelo, digamos el analógico de carne, sangre y hueso. El consolador, también llamado vibrador por años relegado a los oscuros secretos de la intimidad surge a la luz como prótesis portátil que cobra cierta vida gracias al ingenio de creadores del mundo comercial del erotismo.

 

Siempre como copia del falo, pocas veces representado o entendido como la vagina o los labios de la vulva, el consolador ha pasado por diversos momentos que van desde aquellos que sirvieron para calmar los vaporones de damas a quienes su ausencia les causaba lo que se diagnosticó muy retorcidamente como histeria o en la escena gay donde pasó a ser un omnipresente dada las apetencias de querer siempre algo mas voluminoso. 

Ahora el dildo, falo, vibrador o consolador se exhibe en las vitrinas de las grandes ciudades como un objeto cotidiano que no esconde sus propósitos. Más bien, se muestra obsceno y a la vez cándido sabiendo que su valoración en el común ha cambiado… Ahora ya no es más uno con una apariencia trucada. Se muestra más real, más hiperrealista. Ya sin ambages se sabe que es para el disfrute sexual y erótico. No quiere curar nada. Lo que persigue es dar gozo y satisfacción. 

 

El vibrador consolador no engaña, no cela, no ama. Como fragmento hiperreal del cuerpo, no siente como este y da pena decirlo, pero no actúa tampoco como ése. Carece de fluidos, pero es seguro, es sano y se mantiene en una eterna erección. Se deja llevar por los impulsos de quien lo controla y lo experimenta a sus anchas.

El vibrador consolador es desprejuiciado. Es diverso, aunque inevitablemente masculino, o lo que se entiende por eso. Se porta y se usa entre hombres, entre mujeres, entre todos, todes y sus variantes, pues no sabe de orientaciones e identidades. Está ahí para ser disfrutado para quien lo eche en falta.

Adentrándonos más en la historia, leí en Príapo y Fascinus, el culto al falo en la antigua Roma, por José Luis Santos Fernández, que "Las vírgenes vestales guardaban un celoso culto al Fascinus Populi Romani, una sagrada imagen del falo, que formaba parte de los símbolos de Roma. De hecho, durante la fiesta del Liber Pater, asociada a Baco, se sacaba en procesión un gran falo. Habitualmente, el símbolo fálico servía a dos utilidades. Por un lado, era un símbolo de fertilidad, tanto de los campos y cosechas, como para la concepción de la mujer, favoreciendo los nacimientos. Era habitual que las mujeres embarazadas portasen colgantes fálicos, que en ocasiones portaban alas. Además, antes de contraer matrimonio, era costumbre que la novia se colocase a horcajadas sobre un amuleto fálico, como símbolo de fertilidad."

Los tiempos han cambiado y en la postmodernidad, la fertilidad y la fecundidad son variables demográficas que se analizan desde los desafíos a la perpetuidad de la especie humana. Ya no están representadas en un dildo, un falo, un vibrador o un consolador. Ahora el culto es a una tasa de complicados porcentajes.

Finale

 

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Fotografías y textos: Franklin García y Edgar Carrasco.

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