Erotismo, identidad y máscara
La Máscara
Pieza que cubre todo el rostro o parte de él (antifaz). En algunos casos puede envolver toda la cabeza, dando una apariencia que podría alterar, encubrir o simular la identidad de la persona que la lleva puesta.
Reconocida por su uso en los carnavales. Sin embargo, la máscara tiene multiples funciones, tales como: dar solemnidad a rituales, encubrir al delincuente, ocultar el rostro del verdugo, hacer la guerra, luchar por una causa, dar apariencia a súper heroes y atizar las fantasias sexuales. Funciones que pueden entremezclarse.
Para esta entrada pondremos la atención al papel que pueda desempeñar la máscara en el erostismo y el sexo.
Identidad y máscara
Igualmente, en el sexo la máscara altera la identidad, para que no se sepa quien eres y puedas dar rienda suelta, en secreto, a tus deseos o transgresiones.
La reina Maria Antonieta uso la máscara en fiestas para aproximarse a hombres desconocidos, en encuentros eróticos casuales. De otra manera nunca hubiera podido hacerlo, dado la posición que tenía en la nobleza europea de la época.
La máscara también aparece como un elemento de la escena sexual, que no tiene que ver con un ocultamiento de la identidad, sino mas bien para hacer realidad una fantasía.
En ambos casos, la máscara da libertad, a pesar de que encierre o oculte una negación o un prejuicio. Pasajeramente te hace otro. El fin predeterminado de ese juego de identidades superpuestas esta previsto, eso hace que se refuerce el fetiche en la máscara.
Las Negritas
A las famosas fiestas del Club Tiuna en Maiquetía (Venezuela), en los años sesenta, las mujeres iban disfrazadas de "negritas", un atuendo/mono que las cubría todas de negro, vestidas con diminutos bikinis o faldas. Los hombres, sin difraz, eran los compañeros danzantes de estas mujeres que bailaban al movimiento del cepillao de los genitales, equivalente a lo que hoy llaman perreo. El baile era tan sensual y erótico que hasta podias tener sexo y llegar a un orgasmo. A su paso, las negritas exclamaban: ¡A que no me conoces! como retando a que las descubrieran.
Ese ritual era como una licencia carnavalesca que se daba a las mujeres, incluidas la casadas y "decentes", para pasar unas noches libres y sin ataduras disfrutando del cepillao. Cuentan que toda esa simulación incluía a mujeres que disfrazadas de negritas se proponían atrapar a sus maridos infieles.
Anécdotas del erotismo tropical, impregnado de racismo y sexismo, donde a los hombres se les permitía y permite todo sin máscara. En cambio las mujeres deben ocultar su identidad en una máscara que menosprecia a las mujeres afrodescendientes. Además, deben mantener el secreto para proteger el orden social dominante donde prima la reputación y honra masculina. La infidelidad y otros secretos de la diversidad se aceptan siempre y cuando sea enmascarado, tanto en sentido literal como figurado, muy común en las sociedades heteronormativas donde reina la hipocresía.
Máscara y fantasías sexuales
La máscara no miente
Finale
Invitamos a todxs nuestrxs seguidores a comentar esta entrada y compartir lo que crean contribuye al desarrollo de este blog sobre erotismo y desnudez.
Publicamos ardorasamente todos los viernes, después de mediodía, hora de Venezuela.
Muchas gracias por el apoyo brindado.
Fotografías y texto: Franklin García y Edgar Carrasco
Accesorios: Flor Areinamo
Fuentes:
(1) Algunas cosas oscuras y peligrosas (Editorial La Felguera)
https://radio.otilca.org/venezuela-20-20-las-negritas-de-carnaval/
Gráfico y erótico.
ResponderBorrarMuy buen texto que se apoya con muy buenas fotografías. La máscara como medio de ocultamiento por la hipocresía social o la máscara como elemento erótico que potencia el deseo y la imaginación (como es el caso de estas fotos) Felicitaciones
ResponderBorrarAmplia y a la vez sintética revisión del tema. Evocadoras imágenes.
ResponderBorrarCompartimos placenteramente el texto de Fidelio Pirona.
ResponderBorrar"Para un amante de la dirección de arte como yo, esta última entrega de PhotoLover es mi favorita hasta ahora. Sin duda, cada semana Franklin y Edgar se esmeran cada vez más, notándose que ellos se regodean creando por satisfacción propia. En esta ocasión, el tema es la exploración erótica y hasta antropológica de la máscara, atrezzo que sirve de excusa para una mayor exploración artística de todo el decorado de la puesta en escena. Mantendremos, pues, al fotógrafo y al ensayista enmascarados, haciéndonos los locos respecto a quienes allí nos modelan sus encantos. De entrada destaca la apertura de esta entrega por el uso de una máscara veneciana con desnudo total, dentro de una habitación escenificada modernamente con un no sé qué aire de tiempos premodernos. Nuevamente una vedutta, hecha esta vez por la proyección cinematográfica de algún vídeo beam, nos complementa la belleza desnuda de los modelos con imágenes homoeróticas, creando a su vez un equilibrio con las luces de las lámparas. Los modelos yacen posando a veces relajados y otras veces como enseñoreados; el uso de la cama y la silla se prestan muy bien a este fin. Por supuesto, hay otras máscaras además de la veneciana: una de ellas es una suerte de tul negro amarrado que completa ese aspecto sadomaso que a todos nos encanta del hombre con bastón; y otra es el inserto de un capítulo especial sobre el atuendo de las "negritas" del carnaval de los años 1960, el cual rompe con todo lo anterior deliberadamente e incluye una crítica social a esta suerte de blackface venezolano. En cuanto al texto, éste se diversifica en el placer de hacernos saber ilustradamente sobre el enmascaramiento, "follándonos las mentes", como diría Eusebio Poncela en "Martín H", con acepciones e historias de este atrezzo, menciones de su uso en películas de ficción y hasta anécdotas personales de viajes a ultramar. En fin, todo un magazine multimedia esta última entrega de PhotoLover. Muchas gracias por hacerme fantasear todas las semanas. Hasta el próximo viernes."
Una vez más felicidades por tu trabajo. Claro está que la máscara ha sido desde hace mucho tiempo un fetiche sexual. La utilización de ellas, siempre diferentes y con diferentes finalidades, me hacen valorar mucho más tu exposición. El tono bajo de luz aumenta aún más ese fetichismo y ese deseo sexual.
ResponderBorrarFelicidades.
Excelente escrito. Las máscaras nos permiten “mostrar” nuestros verdaderos rostros.
ResponderBorrarDefinitivamente la máscara da cabida ha que se exponga la otredad del ser que oculta su identidad, me gustó muchísimo el texto y las reflexiones sobre el erotismo relacionado al fetiche.
ResponderBorrarMuy interesante... Creo que la exposición demuestra que en nuestro ser tenemos emociones variantes en cada momento de acuerdo a los pensamientos recurrentes y pico a pico nuestro rostro cambia involuntariamente pues esto se debe a causa y efecto. Con esto quiero decir... que llevamos siempre un segundo rostro que siempre está presente. Es algo innato en el ser humano...y si no se analiza pasa desapercibido.
ResponderBorrarAhora ..si te colocas una máscara ajena a tu rostro y eso te da la oportunidad de manifestar lo que quieras con mayor libertad y sin tener vergüenza en la acción, Valentia en la acción y bno placer desenfrenado pues al fin y al cabo nos damos riendas sueltas sin tener temores y de ser reconocidos. Y en eso estriba el poder lograr y disfrutar sin inhibiciones la acción dada. Me encantó!!! Gracias...👏👏😁
Excelente trabajo audio visual, continúen como hasta ahora.
BorrarAmo las máscaras que desenmascaran, que desnudan el alma para que mostremos nuestras más profundas fantasías que son las realidades. Me pongo duro y sediento de embestidas con solo imaginarlo.
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